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Editores : Alejandra Fabia , Nathalie Lopez , Tamara Riveros , Carlos Maturana

martes, 13 de diciembre de 2011

La Estética



Estética (también denominada teoría del arte) tiene relación con lo que es la esencia la belleza y la fealdad, por lo tanto su finalidad es mostrar si los objetos son percibidos de un modo particular (el modo estético) o si los objetos tienen, en si, cualidades específicas o estéticas. La estética también se plantea si existen diferencias entre lo bello y lo sublime.
La crítica y la psicología del arte, están relacionadas con la estética. La crítica del arte se limita en particular a las obras de arte y analizando sus estructuras y comparándolas con otras y evaluándolas. La psicología del arte está relacionada con los modos en que las emociones condicionan tales respuestas.
Definida ya, la Estética se adapta mejor a la psicología que en el arte, del que pretende ser la filosofía. Y esa es en efecto la raíz de la estética, la percepción: Porque al fin y al cabo las cosas son para nosotros como las percibimos, tanto si coincide nuestra percepción con la realidad.
El fondo de la estética viene siento la reflexión que hace el mundo filosófico en lo que es bello y artístico Para poder creer qué algo sea arte tiene qué tener 3 elementos claves muy licenciados
El estilo: Forma aceptada por muchos que ha creado escuela pero que a la vez es único y original debe ser reconocidos por otras personas.
Los símbolos: Permiten que sonidos y figuras de una obra tenga cierto sentido esto corresponde a que en su mente el artista quiso interpretar algunas veces resulta difícil entender hasta que el autor nos explica lo que quiere interpretar.
Las Formas: Aquello físico en lo cual se plasma el arte.



Primeras Teoría de estética:
La primera teoría de estética fue la planteada por platón, quien consideraba que la realidad se componía por formas más allá se los límites de la sensación humana y que son los modelos de todas las cosas que existían para la experiencia humana.
Platón deduce que la belleza universal no es algo material, no puede plasmarse en una cosa bella; la belleza universal es, como toda forma, suprasensible, de modo que las obras de arte (Pintura, escultura, arquitectura, poesía, danza, canto. música .etc.) se sitúan inevitablemente en una dimensión inferior a dentro de la escala de belleza. Las cosas bellas lo son en virtud de nuestro sentido que la percibe, mientras que la belleza arquetípica, universal atañe solo a la inteligencia.


Estética Moderna 
El gran impulso dado al pensamiento estético en el mundo moderno se produjo en Alemania durante el siglo XVIII. En su Laocoonte o los límites entre la pintura y la poesía (1766), el crítico Gotthold Ephraim Lessing sostuvo que el arte está auto limitado y logra su elevación sólo cuando estas limitaciones son reconocidas. El crítico y arqueólogo Johann Joachim Winckelmann mantuvo que, de acuerdo con los antiguos griegos, el mejor arte es impersonal y expresa la proporción ideal y el equilibrio más que la individualidad de su creador. El filósofo Johann Gottlieb Fichte consideraba la belleza una virtud moral. Al crear un mundo en el que la belleza, al igual que la verdad, es un fin, el artista anuncia la absoluta libertad, que es el objetivo de la voluntad humana. Para Fiche, el arte es individual o social, aunque satisface un importante propósito humano.


Estética Contemporánea
Cuatro filósofos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX aportaron con sus respectivos pensamientos las principales influencias estéticas contemporáneas. En Francia, Henri Bergson definió la ciencia como el uso de la inteligencia para crear un sistema de símbolos que describa la realidad aunque en el mundo real la falsifique. El arte, sin embargo, se basa en intuiciones, lo que es una aprehensión directa de la realidad no interferida por el pensamiento. Así, el arte se abre camino mediante los símbolos y creencias convencionales acerca del hombre, la vida y la sociedad y enfrenta al individuo con la realidad misma. En Italia, el filósofo e historiador Benedetto Croce también exaltó la intuición, pues consideraba que era la conciencia inmediata de un objeto que de algún modo representa la forma de ese objeto, es decir, la aprehensión de cosas en lugar de lo que uno refleje de ellas. Las obras de arte son la expresión, en forma material, de tales intuiciones; belleza y fealdad, no obstante, no son rasgos de las obras de arte sino cualidades del espíritu expresadas por vía intuitiva en esa misma obra de arte. El filósofo de origen español Jorge Ruiz de Santayana razonó que cuando uno obtiene placer en una cosa, el placer puede considerarse como una cualidad de la cosa en sí misma, más que como una respuesta subjetiva de ella. En su ensayo El sentido de la belleza (1896) propuso novedosos argumentos para una consideración fundamentada del fenómeno estético.
El pedagogo y filósofo estadounidense John Dewey consideraba la experiencia humana como inconexa, fragmentaria, llena de principios sin conclusiones, o como experiencias manipuladas con claridad como medios destinados a cumplir fines concretos. Aquellas experiencias excepcionales, que fluyen desde sus orígenes hasta su consumación, son estéticas. La experiencia estética es placer por su propio interés, es completa e independiente y es final, no se limita a ser instrumental o a cumplir un propósito concreto.


Estética y Arte:
Durante los siglos XVIII y XIX la estética permaneció dominada por el concepto del arte como imitación de la naturaleza. Novelistas como los británicos Jane Austin y Charles Dickens, y dramaturgos como el italiano Carlo Goldoni y el francés Alexandre Dumas, presentaban relatos realistas sobre la vida de la clase media. Los pintores neoclásicos (como Jean Auguste Dominique Ingres), románticos (como Eugène Delacroix) o realistas (como Gustave Courbet) representaban sus temas extremando el cuidado en el detalle natural.
En la estética tradicional se asumía también con frecuencia que las obras de arte son tan útiles como bellas. Los cuadros podían conmemorar eventos históricos o estimular la moral. La música podía inspirar piedad o patriotismo. El teatro, por la influencia de Dumas y el noruego Henrik Johan Ibsen, podía servir para criticar a la sociedad y, de ese modo, ser útil para reformarla.


Estética en la Arquitectura:
Es notable lo mucho que nos gusta hablar y escribir sobre la belleza a los arquitectos, sobre todo cuando se trata de describir las virtudes estéticas de nuestras obras y proyectos. Así, nos esforzamos en explicarles a nuestros clientes las cualidades estéticas que al final tendrá su futura morada, con laseguridad de que si no entienden nuestros elevados conceptos, al menos conseguiremos el voto de su confianza -además de su respectivo cheque, desde luego- para hacer posible su pronta materialización, sin importar qué tan lejos estemos de las concepciones estéticas del cliente, o bien de comprobar si efectivamente llegarán ellos a experimentar aquel goce estético que nosotros suponemos
Así por ejemplo se expresaba Briseux, un arquitecto francés de fines del siglo XVII: los edificios, como todas las cosas bellas, pueden admirarse no sólo por gente educada que conoce la causa de su admiración, sino también por incultos, a quienes les gustan también las cosas bellas por sus proporciones aunque no sean conscientes de ello, una opinión que si bien ahora podemos calificar como anacrónica y clasista, estaba sin duda inspirada en profundas convicciones objetivistas sobre la belleza arquitectónica.


Por otro lado, hemos sido también herederos de una larga tradición disciplinar que le ha conferido al arquitecto un histórico papel de creador de la belleza arquitectónica, es decir, como un demiúrgico privilegio con el que se ha querido definir a nuestro quehacer profesional, y que durante el siglo XIX llegó incluso a exaltarse para resistir los embates de la creciente actividad edificatoria por parte de los ingenieros, tal y como escribió Dankmar Adler, el no tan conocido socio de Louis Sullivan hace poco más de un siglo: " Somos aun más afortunados porque se nos ha concedido el privilegio de participar en la creación y de ser testigos del nacimiento de otra época del diseño arquitectónico.

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